Estudios claves de los últimos 5 años han aumentado nuestra comprensión del papel que desempeña el eje cerebro-intestino-microbiota en trastornos tan diversos como la depresión, la obesidad y el trastorno del espectro autista
La diversa colección de microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal, denominados colectivamente como microbiota intestinal, influye profundamente en muchos aspectos de nuestra fisiología, entre ellos el metabolismo de los nutrientes, la resistencia a las infecciones y el desarrollo del sistema inmunológico (Fung et al., 2017). Los estudios que investigan el eje intestino-cerebro-microbiota demuestran un papel crítico de la microbiota intestinal en el desarrollo y el comportamiento del cerebro, mientras que el sistema inmunológico está emergiendo como un importante regulador de estas interacciones. Los microbios intestinales modulan la maduración y la función de las células inmunes residentes en el SNC. Los microbios también influyen en la activación de las células inmunes periféricas, que regulan las respuestas a la neuroinflamación, las lesiones cerebrales, la autoinmunidad y la neurogénesis. En consecuencia, tanto la microbiota intestinal como el sistema inmunológico están implicados en la manifestación de enfermedades del desarrollo neurológico, psiquiátricas y neurodegenerativas, como el trastorno del espectro autista, la depresión y la enfermedad de Alzheimer. Un factor predictor de la salud y la enfermedad es la diversidad microbiana (Castellanos et al., 2020), que es una medida del número de especies diferentes y, dependiendo de los índices de diversidad, cuán uniformemente distribuidas están en la comunidad.
En este programa de investigación colaboramos con el equipo de Mar Larrosa de la Universidad Europea de Madrid (Departamento de Farmacia y Biotecnología), apoyando con análisis de datos que nos permitan entender el rol de las interacciones microbianas en la salud. En los trabajos publicados mostramos cómo el ejercicio físico y una alimentación adecuada está relacionado con una mayor diversidad microbiana. En cambio, un estilo de vida sedentario aumenta la incidencia de enfermedades crónicas que suelen llevar aparejada una pérdida de diversidad microbiana. En estudios futuros analizaremos el papel del estilo de vida en la microbiota y la función cerebral.
La neurogénesis del hipocampo adulto es un importante modulador en la depresión. Este proceso se ve influido positivamente por la dieta y el ejercicio junto con un sistema inmunológico y una microbiota intestinal sanos, mientras que se ve afectado negativamente por factores como el estrés y un sistema inmunológico y una microbiota desregulados (Cruz-Pereira et al., 2020).
La composición del microbioma intestinal se determinó mediante la secuenciación del gen 16S rRNA
Los hábitos dietéticos y la ingesta de alimentos se registraron mediante un cuestionario de frecuencia de alimentos (FFQ) autoinformado.
La acelerometría se usó para medir objetivamente la actividad física y el comportamiento sedentario
El peso y la altura del cuerpo se midieron con una balanza y un estadiómetro (Asimed T2, Barcelona, España).